Rescue Remy!

Desde luego, debería considerar todo esto. ¿Qué extraña correspondencia encontrarán mis hemisferios cerebrales entre las despedidas en un blog y las relaciones de pareja?
Hace algunos años, cuando escribía la entrada ciento ochenta del blog que durante cinco años publiqué como coordinador de la biblioteca de mi centro y explicaba en ella mi intención de pausar indefinidamente su actividad, tuve la peculiar idea de personalizar la biblitoeca en Elizabeth Taylor y al blog en Richard Burton. Trataba de decir que, aunque el blog y la biblioteca se separasen aquel día, quizá en otro tiempo, como Elizabeth y Richard, volverían a estar juntos.
Eso sucedía en el otoño del año doce; casi siete años más tarde me ha vuelto a suceder. Hace algunos días, mientras pensaba en el blog, en cuándo y cómo cerraría la publicación, una idea aterrizó en mi cabeza: la secuencia final de Earthquake, la película del setentero género de catástrofes protagonizada por Charlton Heston y Ava Gardner.
Lo cierto es que, y esto lo escribo casi al hilo de mis pensamientos, comienzo a comprender que esta va a resultar la entrada que cierre esta publicación pero desde un punto de vista más personal. La conclusión más, si cabe, profesional, habrá sido entonces la expresada en mi anterior entrada.
Si prescindimos del asunto principal del argumento de Earthquake y obviamos, como anécdota, cualquier comentario acerca de su experimental sonido «Sensurround», podremos centrarnos en las relaciones entre los personajes.
Remy y Stewart
El próspero ingeniero Stewart (Heston) está casado con Remy (Gardner), pero su matrimonio se encuentra casi del todo roto. Al mismo tiempo mantiene una relación con Denise, viuda de un compañero de trabajo. Cuando los casi diez grados de terremoto destruyen la ciudad de Los Angeles y los protagonistas, Stewart, Remy y Denise, están cerca de encontrarse a salvo, un oportuno zapato pisa la mano de Remy que cae en una turbulenta corriente de agua. Stewart, en la mitad de la escalera en la que se encontraba Remy, debe decidir entre continuar subiendo y reunirse con Denise o dejarse caer e intentar rescatar a Remy. Finalmente, y aquí se permiten interpretaciones, su sentido del deber o la demanda del guionista de un castigo a su infidelidad, llevan a Stewart a echarse al agua.
De acuerdo, hasta aquí todo compresible. Ahora, ¿quién es quién en mi particular vivencia en Dinamarca? No es difícil. Stewart és quien escribe, Remy mi conservatorio y Denise la escuela de Hvidovre.
A lo largo de los días que pasamos allí, fueron varias las ocasiones en las que bromeamos acerca de quedarnos y no regresar. Aquellas tranquilas calles llenas de bicicletas, aquel entorno laboral tan confortable o aquellos yogures de frambuesa, ruibarbo y vainilla. Todo, desde luego, convidaba a esa broma y a algo más.
De todas maneras, debo apuntar algo. Mi comparación es equivocada desde el comienzo. Por mi parte, solamente puedo bromear con la idea de quedarme. Ni en cuanto a mi familia, ni en cuanto a mi so basic english ni, sobre todo, en cuanto a mi cualificación profesional puedo hacer alguna otra consideración. Así que, aunque quisiera, la comparación con Stewart no va a ser muy acertada y en mi caso, ascender por la escalera y reunirme con Denise no sería finalmente posible.
Pero, ¿y si fueran otras las condiciones? Veamos, pongamos por caso alguien sin responsabilidades familiares, con un manejo del inglés y aún del danés más que notable y una cualificación profesional que tuviera el appoiment de algún centro de enseñanza musical de renombre. Esa persona sí podría encontrarse en mitad de la escalera con la posibilidad cierta de escoger. ¿Me echo al agua y trato de rescatar a la persona con la que me he comprometido, de ayudar en la mayor medida posible a la mejora como institución educativa de mi centro de trabajo, o abandono a Remy y me reuno con Denise, esa atractiva institución que parece ofrecerme un ensoñante entorno laboral?
No es mi caso, insisto. Regreso (he regresado, de hecho) porque cualquier otra alternativa no es más que, o una broma, o un absurdo pensamiento. Aún así, sí quisiera compartir mi parecer, mi sentir al respecto de la responsabilidad y el compromiso. Particularmente considero que, como ciudadano de mi país, como funcionario público y, por último, como profesor que forma parte de una comunidad escolar, no puedo más que entregar esfuerzos, conocimientos y destrezas a favor de su mayor desenvolvimiento buscando siempre aportar y no estorbar. Y añado, una movilidad Erasmus no debe ser una breve y financiada estancia en el extranjero para hacer mucho turismo, estar lo imprescindible en el centro de acogida y luego, resolver de la manera más sencilla posible memorias, cuestionarios y demás documentos.
Me despido ya, pero no quiero hacerlo sin compartir el enlace al album de fotografías del viaje así como explicar la razón de ser del título del blog. Esto último me llevará, de nuevo, a hablar de compromiso. «Engaded to James» no ha pretendido recrear el título de alguna novela de Danielle Steele sino destacar la razón misma de la existencia del blog. Cuando asistí a la primera sesión de formación de nuestro proyecto Erasmus, uno de los mensajes que se repetían regularmente era acerca del impacto que debía producir la actividad en la comunidad educativa. Impacto, para mí, significaba que la actividad no podía pasar desapercibida y que en algo de mis cotidianas tareas pedagógicas debía percibirse un cambio, un hacer diferente y más provechoso. Así que, de la parte «no podía pasar desapercibida» surgió el blog y las publicaciones en Twitter. Respecto al blog, con su título quise hacer un juego de palabras. Si tuviéramos que buscar una unidad de medida para valorar el impacto de, permítaseme lo vago de la expresión, algo sobre algo, probablemente sería el Julio la que emplearíamos. El Julio, como unidad de energía, se denomina así en recuerdo de James Prescott Joule, físico inglés del siglo XIX. Así que, comprometido con la actividad, comprometido con su impacto sería «Comprometido con James», por ahora, y con permiso del Brexit, «Engaded to James».

Gracias, amable lector o lectora, por tu más que mucha paciente atención, saludos!

Comentarios

Entradas populares